La Muerte

Representar la edad implica la posibilidad de la muerte. La sociedad medieval era lo que los antropólogos definen como “patrilineal”, o sea, la filiación, el nombre y las propiedades se transmitían por vía paterna.

En el juego un caballero muere cuando acumula sobre su carta cuatro marcadores de tiempo.

Si tiene un hijo primogénito no hay problema: él hereda todo lo de su padre sin más consecuencias.

El el prototipo el hijo primogénito de un caballero se colocaba como carta por debajo de la de su padre. Cuando moría el padre se retiraba su carta y quedaba la de su hijo para sustituirlo.

En la versión final cada loseta de caballero tiene dos caras, una para representar el caballero sin heredero y otra para simbolizar que ya tiene primogénito. Cuando muere un caballero con primogénito se gira la loseta y el caballero que aparece, sin heredero, representa el hijo que ha crecido y que ha sustituído a su padre al frente de sus posesiones.

¿Pero qué sucede si un caballero muere sin primogénito? Era importante que, al igual que los caballeros de carne y hueso, los jugadores tuvieran un incentivo para que sus caballeros engendraran hijos primogénitos. En los primeros prototipos la muerte de un caballero sin primogénito implicaba la pérdida de todas sus “posesiones”: tierras, castillos y soldados.

Pero hubo que suavizar las consecuencias de esta eventualidad porque en un juego con pocos turnos y en el que cualquier cosa tiene un alto coste en recursos y acciones, perder un caballero con castillos, soldados y tierras incluidos, significa simplemente quedar fuera de la partida. Adoptando una perspectiva más indulgente, el “castigo” por la muerte de un caballero sin primogénito no es perderlo todo: sólo pierdes 4 Puntos de Victoria y nada más, suficiente para desear tener un heredero, pero mucho menos letal. El argumento temático es que un pariente lejano hereda y se hace cargo de los bienes del muerto.